La opacidad que desangra al SPAUAN
• El silencio cómplice frente a la injusticia laboral en la UAN
• La presión vergonzosa a los jubilados universitarios
Por Nayar Araiza
Uno de los silencios más estridentes en la reciente historia sindical de la Universidad Autónoma de Nayarit es el del todavía secretario general del SPAUAN, Francisco Haro Beas. ¿En dónde estaba Pancho cuando la Secretaría de Educación Pública, la Auditoría Superior del Estado de Nayarit y el Gobierno del Estado presionaron para recortar cláusulas del Contrato Colectivo de Trabajo? Muy callado, guardando un cínico mutismo ante medidas injustas que golpearon al docente universitario, argumentando absurdamente que esas prestaciones sindicales eran excesos no reconocidos por la Ley Federal del Trabajo. ¿Acaso no sabe Haro que sindicatos como PEMEX o la CFE mantienen prestaciones que dejan en ridículo a cualquier sindicato universitario, incluso a nivel mundial?
¿La razón de ese silencio? Simplemente el temor a que los organismos auditores «esculcaran» sus propiedades, que, legales o no, son escandalosas desde cualquier ángulo.
La ostentosa riqueza de Pancho Haro
No hay forma de justificar el patrimonio del líder sindical con un salario universitario promedio. La lista es larga y alarmante: Casa en Ciudad del Valle; casa en Puerta del Sol, Xalisco; rancho en El Refugio; rancho en La Yesca; casa de campo en la carretera Xalisco-Compostela; casa en Guadalajara.
Esto resulta inexplicable porque Pancho Haro no es empresario ni dueño de un despacho exitoso; toda su vida profesional ha estado ligada exclusivamente a la UAN. Entonces, surge la pregunta inevitable, que corre como reguero de pólvora en los pasillos universitarios: ¿de dónde sacó para tanto?
El misterio de los millones sindicales
Fueron más de 70 millones de pesos los que manejó Pancho Haro en sus seis años al frente del SPAUAN. La cifra es impactante, más aún cuando no hay registro de préstamos significativos a docentes ni eventos relevantes de la actividad sindical que justifiquen semejante cantidad, proveniente de las cuotas sindicales, subsidios de la UAN y las rentas de los locales del edificio. Las aportaciones a las unidades académicas para los festejos del Día del Maestro y la posada decembrina apenas rondaban los diez mil pesos anuales por plantel; una burla ante semejante caudal económico.
También resulta escandaloso el tema de las reclasificaciones de exdirectores y exsecretarios seccionales, realizadas descaradamente por “dedazo”, fuera de toda convocatoria legal. Les guste o no a los aludidos, es cierto de toda certeza que estas acciones fueron hechas en complicidad con su sobrino Juan Carlos Mariscal Haro, exsecretario de Finanzas del exrector Jorge Ignacio Peña González, quien, dicho sea de paso, por su incompetencia es responsable de la enorme deuda universitaria ante el SAT, INFONAVIT e IMSS.
La cuestión se agrava aún más si se considera la complicidad de todo su comité, enquistado en el poder sindical durante doce años, especialmente su candidato Jorge González. Prácticamente, los integrantes de la actual planilla oficial del SPAUAN son los mismos de hace seis años. ¿No sabían de la opacidad y de los movimientos ilegales en las reclasificaciones?
Finalmente, Pancho Haro está desesperado porque las cuentas no le cuadran y su planilla se hunde. Primero inventó que «la maña» financia la campaña del candidato opositor; ahora presiona sin vergüenza alguna a los jubilados, pretendiendo cobrarles favores inexistentes por haber ejercido su derecho a que sus hijos ocuparan plazas docentes tras jubilarse, siempre que cumplieran los requisitos legales. Además, sería bueno que en esas llamadas a los jubilados les recuerde y explique claramente cómo, junto con su sobrino Juan Mariscal y el exrector Nacho Peña, les quitaron descaradamente el 50 por ciento de sus indemnizaciones. Va.