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Washington y Nueva York., El presidente Adolfo López Mateos propuso primero una colaboración entre su gobierno y la CIA para espiar las embajadas de Cuba y la URSS en la Ciudad de México en 1958, y sucesivos gobiernos mexicanos continuaron con esa misión hasta por lo menos 1994, según documentos secretos de la CIA recién desclasificados en Estados Unidos.
La participación activa de México en los programas de vigilancia es una de las revelaciones más sobresalientes que se han dado a conocer gracias a los documentos recién desclasificados de la CIA, escribe la analista Claire Dorfman, del National Security Archive, organización independiente de investigación sobre relaciones internacionales, al evaluar algunas de las 80 mil cuartillas de documentos secretos divulgados este año por orden del presidente Donald Trump de desclasificar todo documento relacionado con el magnicidio de John F. Kennedy.
Tal como reportó La Jornada este año, los documentos que incluyen el monitoreo de Lee Harvey Oswald, acusado del asesinato, durante su estancia en México, generó interrogantes sobre el papel del gobierno mexicano en el espionaje estadunidense contra Cuba y la URSS, a pesar de la posición pública de México de neutralidad y relaciones diplomáticas normales con esos dos países. Vale subrayar que estos documentos sólo ofrecen la versión estadunidense de lo que estaba haciendo México.
Los archivos revelan que la CIA también estaba llevando a cabo operaciones de inteligencia unilaterales en México durante ese mismo tiempo. El espionaje fue caracterizado por la CIA como uno de los programas de colección técnica más extensos y caros realizados por la agencia, reporta Dorfman en el análisis de los documentos por el Archive. Pero es el uso de intercepciones de comunicación, vigilancia fotográfica y agentes dobles para espiar las actividades de las embajadas de Cuba y la Unión Soviética en México los que ocupan gran parte de estos documentos, ya que eran a través de éstas que se monitorearon las comunicaciones, conversaciones de movimientos de Oswald en la Ciudad de México pocas semanas antes de la asesinato del presidente estadunidense.
Las operaciones de inteligencia conjuntas con México resultaron de un acercamiento seis años antes del presidente López Mateos, escribe en uno de los documentos un oficial de la CIA en 1964. El último documento en este archivo confirma que este tipo de operación conjunta entre el gobierno mexicano y la CIA continuó hasta 1994. Como sabe la oficina central (de la CIA), la estación (de la CIA en México) continúa conduciendo operaciones de TelTap (intervención telefónica) con el enlace mexicano contra las embajadas rusa y cubana, aunque el documento alerta que lo que se obtiene contra los cubanos es limitado. Pese a que ésta es la última fecha mencionada en la colección de los documentos desclasificados, no necesariamente concluyó esa operación en 1994, sólo es la fecha de la última vez que se confirmó en los documentos secretos oficiales.
Vigilar a izquierdistas
Como también había informado con anterioridad La Jornada, estos documentos revelan que la operación conjunta de la CIA y el gobierno mexicano –segun la agencia– se enfocaba en espiar actividades de izquierdistas mexicanos, incluidos el ex presidente Lázaro Cárdenas y el muralista David Alfaro Siqueiros, y de algunos refugiados extranjeros como el ex presidente guatemalteco Juan José Arévalo (padre del actual presidente de ese país), otros latinoamericanos y estadunidenses en México. Una instrucción específica era infiltrar agrupaciones de jóvenes y reclutar a estudiantes en escuelas claves del país.
Otros documentos se refieren a una operación de la CIA en México para reclutar de manera encubierta –o sea, sin conocimiento de los reclutados– a escritores e intelectuales que bajo los auspicios de un servicio de prensa de izquierda, elaboraran artículos que serían distribuidos a varios países latinoamericanos, a través de lo cual la agencia podía rastrear las opiniones regionales en torno al comunismo. Un documento evaluando esta operación denominada LIANCHOR entre diciembre de 1967 y mayo de 1968 revela una lista de algunos de los participantes involuntarios –o sea, que no estaban enterados– incluyendo nombres notables como Ricardo Garibay, Manuel Carballido, Alicia Reyes, Francisco Zendejas, entre otros (https://nsarchive.gwu.edu/document/33041-document-6-cia-chief-station-mexico-city-operationallianchor-progress-report). La revista Diálogos también fue infiltrada por la CIA a través de un agente clandestino que era uno de los directores y que entregaba información sobre intelectuales izquierdosos de México a la agencia.
La misión de la CIA enfatizó confrontar actividades ultranacionalistas y antiestadunidenses en México. También se buscaba obtener información sobre las intenciones y actividades secretas del gobierno mexicano en las relaciones internacionales, especialmente a través de mantener contactos de la CIA dentro de la oficina del presidente de México y en la cancillería, escribe Dorfman al resumir los documentos.
Algunos ex analistas y funcionarios de inteligencia de Estados Unidos entrevistados anteriormente por La Jornada en torno a los documentos desclasificados han advertido que se debe proceder con cautela al evaluar la veracidad de informes redactados por agencias dedicadas a engañar y mentir como parte de sus misiones.
Para ver algunos de los documentos y el análisis del Archive: https://nsarchive.gwu.edu/briefing-book/mexico/2025-05-19/jfk-files-detail-close-intelligence-collaboration-between-cia-and?
Notas relacionadas de este año:
https://www.jornada.com.mx/2025/02/12/mundo/020n1mun; https://www.jornada.com.mx/2025/02/11/mundo/020n1mun.